La primera impresión que tengo de Salvador es curiosa. El
barrio en el que queda la Residencia Estudiantil donde estamos, Vitória, está
lleno de edificios lujosos, con columnas, vidrieras, rejas altas y casillas de
vigilantes. No se parece para nada a la postal de casitas de colores que tenía
en la cabeza.
El primer día, junto con el Manu conozco otro barrio,
Federação, ya que vamos hasta ahí a ver en qué anda el Encuentro. En el camino
atravesamos Campo Grande. Todo lo que no es museo, o una casa municipal o
gubernamental de algo, me parece gris y sucio. Mucha casa venida abajo, muchas
subidas y bajadas con baches, muchos muros pegatinados y descascarados.
Llegamos al lugar del Encuentro y los estudiantes están
organizando la manifestación que harán hasta la Rectoría. Han pintado pancartas
de colores con diferentes reivindicaciones y se están organizando en tres
grupos: los de Seguridad, los de Batería y los de Grito de guerra.
Marchamos con ellos y comprobamos la alegría que llevan
hasta para quejarse: los de seguridad van haciendo un cordón al costado para
cuidar a los manifestantes de ser atropellados ya que van cortando el tránsito,
y ya aprovechan para animar a la gente que los mira a que se sumen.
La batería va tocando con varios instrumentos el ritmo que sea, mientras acompañan a los de "grito de guerra" que son los encargados de ir cantando las consignas lo más fuerte que puedan, meter mucho barullo con palmas y chifles (la tarea es incomodar), y de paso acompañan con coreografías a pesar del calor que hace a pleno rayo de sol.
Cuando llegamos a la Rectoría paramos un poco afuera, y luego vamos todos para adentro. Solo algunos caben en la sala de rectorado, donde se está llevando a cabo una reunión en ese momento. La consigna es no irse hasta ser escuchados y obtener una respuesta.
La batería va tocando con varios instrumentos el ritmo que sea, mientras acompañan a los de "grito de guerra" que son los encargados de ir cantando las consignas lo más fuerte que puedan, meter mucho barullo con palmas y chifles (la tarea es incomodar), y de paso acompañan con coreografías a pesar del calor que hace a pleno rayo de sol.
Cuando llegamos a la Rectoría paramos un poco afuera, y luego vamos todos para adentro. Solo algunos caben en la sala de rectorado, donde se está llevando a cabo una reunión en ese momento. La consigna es no irse hasta ser escuchados y obtener una respuesta.
Cuando los de adentro empiezan a irse, nosotros también. Nos
subimos a un bondi que es gratuito, ya que está pensado para unir los barrios
que tengan residencias estudiantiles con los centros universitarios. La mayoría
de las Facultades están ahí en Federação, en una especie de Campus. Un día nos
dedicamos a recorrerlo y es realmente precioso, con muchos espacios verdes,
algunos tipo jardines y otros más selváticos donde vemos diversas aves y micos.
Pasado el Encuentro volvemos a estar los tres uruguayos
juntos pa arriba y pa abajo (durante el Encuentro el Cococo se queda en otro
lado).
Buscamos lugares fuera de "nuestro" barrio para comer ya que
aquí es todo carísimo, incluso un paquete de arroz o el pan. Conocemos el
Centro, que para lo grande que parece ser Salvador, es bastante pequeño. Es
bastante gris y sucio, contrastando con el barrio que viene después, que es el
famoso Pelourinho, el casco antiguo de la ciudad.
Ahí sí está todo limpio y cuidado, las casas e iglesias se
yerguen de colores entre las calles de adoquín mientras se escucha música
proveniente de algún barcito o plaza.
Es una parte absolutamente turística, donde la mayoría de la
gente es extranjera, y los locales están haciendo capoeira para pedir una moneda
a cambio de una foto o están vendiendo comida local vestidas de baianas con sus
trajes amplios blancos y sus collares.
Aún no he conocido las playas más bonitas de Salvador. Desde
la residencia se puede ver el agua de la bahía, pero para llegar a la playa hay
que caminar un poco. El lugar más cercano es un puerto de botes (antes de eso
se pasa por la entrada del Yacht Club). Lo que más me llama la atención de ese
lugar es que el agua es absolutamente transparente. La siguiente playa es más
amplia pero está siempre llena de gente con sombrilla y sillas alquiladas,
tantas que no pace cabe un alfiler, sobre todo los fines de semana. La
siguiente es una playita más chica, no tan poblada que tiene rocas. Igual uno
se puede meter porque al ser tan transparente el agua, se ve donde hay rocas y
donde no. Después viene un faro, llamado Farol da Barra, que pa subir hay que
pagar, y después de esa punta por fin hay una playa un poco más amplia y con
olas y luego un cerro desde donde se ve precioso el atardecer. Y por supuesto
sigue y sigue, ya que hay muchos km de costa en esta ciudad, pero si uno va a
pie tiene que acordarse que a la vuelta es todo subida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario