miércoles, 28 de agosto de 2013

Foz 1


Foz de Iguaçu me recibió con música. El dolor de espalda causado por mis mochilas mal equilibradas cargadas unas 10 cuadras desde la Terminal, se me olvidó cuando fui a golpear la puerta y desde adentro se oía un clarinete, un piano, apenas una guitarra y una voz muy dulce. Esperé que terminara la canción y golpeé y ahí comprobé que era un ensayo.
Irene me presentó a los músicos, me mostró la casa, me ofreció comida, me dejó un mate para que lo terminara de armar y me puso una escalerita para que presenciara el ensayo, todo al mismo tiempo. Mencionó que tengo mucha suerte de estar esta semana en Foz ya que se inaugurará la Feria del Libro y habrá espectáculos musicales: un movimiento cultural poco común en esta ciudad, dedicada básicamente al turismo. (En la apertura estará Tom Zé, algo extremadamente peculiar para esta ciudad, parece.)
Ella trabaja dando clases de piano en una institución muy interesante a mis ojos: la Universidad de Integración Latinoamericana (UNILA), que está pensada para y por estudiantes y docentes de toda Latinoamérica.
Foz ya era cosmopolita de por sí, al estar en la "Tríplice fronteira" mezclándose con paraguayos y argentinos. Ahora además en sus calles puede oírse portuñol con acento colombiano, cubano, ecuatoriano o uruguayo además de los múltiples acentos de diferentes partes de Brasil.

martes, 27 de agosto de 2013


Para despedirme de Misiones, algo bien representativo... (elegí este video intencionalmente, hasta por las leyendas que se ven en la pantalla).

Misiones posibles


De los 6 días que estuve en Posadas (Misiones), 5 llovieron sin parar. El sexto, de tarde, paró "porque iba a helar" según me dijeron. Nunca imaginé la selva misionera con heladas. Ahora me consta que las "olas polares" también llegan hasta allí.

La única salida que hice a los alrededores de Posadas (unos 60 km) fue a San Ignacio, poblado al borde del cual se ubica la Casa de Horacio Quiroga, y también las ruinas de las Misiones Jesuíticas de San Ignacio Miní.

A la casa de Quiroga no se podía pasar. El terreno estaba tan anegado que solo podía llegarse a la entrada del predio con una 4x4, para luego hacer el sendero de cientos de metros que lleva a la casa, a pie. Con lluvia torrencial, y en auto, se frustraron mis expectativas.

Las ruinas de las construcciones jesuíticas estaban un poco más aptas: compramos en la entrada unos pilots de nylon como para ponernos sobre todo el abrigo y tomamos coraje. Ligamos una visita guiada con bastante contenido histórico y notoria defensa del pueblo guaraní, pero por la lluvia (y tal vez por algunas preguntas extremadamente boludas de un docente como "¿y los guaraníes no necesitan a los jesuitas hoy?") fue un poco más corta que de costumbre. La verdad, la entrada bastante cara para lo que pudimos ver (60 pesos argentinos para mí como latinoamericana).

Hoy salió por fin un tímido sol y viajé unos 400 km para llegar a Foz, desde donde ansío poder recorrer en breve el predio de las Cataratas del Iguazú. Espero no encontrarlas congeladas.

domingo, 25 de agosto de 2013

posada en Posadas

Llegué a Posadas el miércoles a medianoche y lloviznaba y estaba pesado. A partir del jueves se largó la lluvia, acompañada de viento muy fuerte y frío, y por momentos tormenta eléctrica. Dicen que no parará hasta el martes, y por ahora le vienen acertando.
Mi anfitriona Caro me ha hecho sentir como en casa: "aprovechá la lluvia que está lindo pa dormir" y yo duermo, agradecida, mientras ella va y vuelve de sus quehaceres y cumpleaños.
Posadas tiene una fachada turística frente al Río Paraná: una costanera preciosa, bien iluminada y cuidada, donde la gente pasea lento con su mate o haciendo deportes, con boliches y restaurantes muy limpios y cuidados, todo cerca del centro de la ciudad, cuadriculada y prolija, con monumentos y carteles indicadores que invitan a recorrer la Provincia de Misiones.
Más allá, afuera de los límites del centro están los barrios. En algún momento había villas donde ahora hay costanera, pero simplemente fueron trasladados a los barrios y no hubo demasiado revuelo. Posadas es tranquila.
A la gente joven la ciudad le suele quedar chica. Viajan mucho, tienen noviazgos con gente de otros lugares, estudian en otras provincias, pero vuelven, hay algo de ese terruño rojo que parece atraparles. Hay una defensa de lo propio, un no permitir que se instalen multinacionales, una perpetuidad de tradiciones culturales porque se consideran buenas.
Caro se parece mucho a Posadas. "Odio a los yanquis" le dice a un yanqui que acaba de levantar en su auto para que no se siga mojando con su mochila de viajero. Él sonríe nervioso, pero ella lo ha dicho en serio. Caro tiene su fachada turística, la que tiene que mostrar en televisión y para seguir perteneciendo a su grupo de amigas con plata a las que adora, pero también tiene el barrio escondido, la humildad, el trabajo por sobre todo, la defensa de lo propio, la cultura misionera como bandera.
Caro se irá en breve a hacer un viaje como el mío.
Pero volverá. Siempre volverá a Posadas.

viernes, 23 de agosto de 2013

"Camiones te estoy queriendo"

Había averiguado que del Mercado Modelo salían camiones todas las tardes hacia el litoral norte del país. El martes caí, con mis mochilas a preguntar si alguno me llevaba. Me invitaron a esperar en la oficina, con El Oreja, que miraba novelas y tandas por igual, sin decir palabra más que saludar a quienes entraban y salían. Cuando escuchaba un motor vichaba para afuera y me comentaba si era o no "el salteño". Parece que estaba demorado porque había salido por Montevideo a buscar encomiendas hacia Salto. Llegó ya siendo de noche, y aceptó llevarme hasta la ciudad de Salto. De ahí yo tendría que conseguir algún ómnibus que me cruzara hasta Concordia para hacer dedo del lado argentino. Estaba preocupado de dónde pasaría la noche yo, ya que creía que ese transporte solo saldría de mañana. Quedamos en que me dejaría en la terminal y ahí yo solucionaría eso.
Conversamos una cantidad, encontramos conocidos en común como pasa siempre que dos uruguayos hablan. Resultó llamarse Rodrigo, tener apenas un año más que yo aunque sus 16 años de camionero lo hicieran parecer mucho mayor. Sí, había empezado a ser camionero aún antes de tener la libreta de conducir.
En una estación de servicio en San José, donde paramos para cargar combustible y agua caliente para el mate, me indicó que había un camión paraguayo, que seguro seguía hacia la frontera. "Querés que le pregunte si te lleva? Mirá que no lo conozco...". Le agradecí que le preguntara. Bajé atrás y enseguida hice mudanza de mis petates de un camión al otro. El salteño no estaba del todo convencido de su idea, me pasó su número de celular para que le timbrara por cualquier cosa, él iba a ir en la misma ruta y atento.
El señor paraguayo enseguida entabló conversación, pero me costó mucho comunicarme. Le entendía la cuarta parte de lo que decía, y cuando le preguntaba lo que había dicho entendía otra cuarta parte... de hecho el nombre era algo como Abdilio o Aguilio o algo así, y lo que me decía era más o menos igual de indescifrable que su nombre. Sé que iba para Asunción, que tenía que pasar la noche cerca de la frontera y le liberaban el camión de mañana. El miércoles de tarde me dejaría en Corrientes, donde me dijo que tenía transporte fácil para Posadas.
Llovió mucho en ese viaje. Cuando pasamos por Trinidad (él me iba explicando por dónde íbamos porque yo no veía nada) me dijo que bajara a comprar la cena en un carrito. Me dio plata y le pregunté qué quería él. "Estoy gordo" fue lo que le entendí. No aceptó que le pagara la hamburguesa que me compré.
Cuando estábamos ya cerca de Salto paramos en otra estación y lo escuché hablar en guaraní con otro muchacho. Al volver de la conversación me dijo "este te lleva a Posadas"
Le pregunté si me cambiaba de camión y me dijo que aún no, que al igual que él, su amigo tenía que pasar la noche en la frontera, que de mañana me mudara.
Yo iba cabeceando de sueño, pero para variar, cuando por fin paró el camión para dormir, no logré pegar un ojo. Seguía la tormenta.
De mañana fuimos a la aduana, estaba lleno de camiones. Primero hacían los trámites los camioneros por el tema del control de su carga. Después sí, ya me mudé de camión, me acomodé al lado de Oscar, a quien le entendía prácticamente todo y volvimos a esperar, esta vez que los de la aduana argentina los liberaran. Según Oscar hay una gran discriminación de los argentinos hacia ellos incluso en la aduana. Y que en esa aduana, donde trabajan uruguayos al lado de argentinos hay que decidir de quién se hace amigo uno: en general los uruguayos se llevan bien con los paraguayos, pero si un día te hacés amigo de los argentinos, los uruguayos ya te tratan mal... me contó varias historias de rutas argentinas, como que no le creyeran que era camionero porque iba demasiado bien vestido. Me habló de los "piratas del asfalto" y parece que nosotros en ese camión éramos codiciados, porque de hecho hasta bien entrada la provincia de Corrientes fuimos con custodia; tres camiones grandotes nos siguieron de cerca toda la ruta, uno más adelante y dos detrás. Oscar no quiere llevar a su familia en sus viajes. No sea cosa que al niño le guste y se le vuelva camionero de grande.

Para espantar el sueño... (clic para oir)

jueves, 15 de agosto de 2013

Para compartir

El buen viaje

El mayor miedo del turista es perderse; el del viajero: no encontrarse.
Los turistas, como niños obedientes, se embarcan en carreras para coleccionar lugares y completar una lista que otros hicieron. Tienen pánico de volver y encontrarse con gente que les pregunte “no viste tal cosa? no puedo creer que te perdiste tal otra”. Por eso tratan de enjaular cada estatua y cada edificio dentro de sus cámaras de video.
El turista extraña a su familia y por eso envía postales, SMS, mails y llamadas telefónicas. El viajero les habla en silencio cada vez que tiene una taza caliente entre las manos, cada vez que encuentra un banco soleado en una plaza.
El turista vuelve siempre cansado. El viajero sabe que su cuerpo es su navío y por eso se toma el tiempo de cuidarlo, de regarlo con té y llenarlo con el aire de los parques. El viajero sabe que hay más verdad dentro del marco de cada ventana que en el de los cuadros que tapan las paredes blancas de los museos.
El turista compra souvenirs para sus amigos; el viajero los lleva presentes. Cada amigo del viajero es un par de lentes de sol y con ellos mira lo que le gustaría que otros vieran. Con ellos aprende a apreciar lo que sabe que otros amarían. El turista ve poco y nada, porque sus ojos están tapados por un zoom que dispara primero y pregunta después.
Sin embargo, ser viajero puede ser una aventura mortal. A diferencia del turista, al iniciar su camino el viajero nunca sabe de qué se está escapando. Pero más temprano que tarde, más lejos que cerca, en algún lugar en el mundo el viajero se detiene y vuelve a mirar su brújula. Descubre, casi sin sorpresa, que la misma aguja que le indica el norte apunta, con su otra mitad, a todo lo que fue dejando atrás.

http://www.bichobolita.com/juguetes

miércoles, 14 de agosto de 2013

Motivaciones

Para vivir hace falta coraje.
Tanto la semilla intacta como la que rompe su cáscara tienen las mismas propiedades.
Sin embargo, sólo la que rompe su cáscara es capaz de lanzarse a la aventura de la vida.
(K. Ghibrán)

martes, 13 de agosto de 2013

Comenzando

Hace 10 años murió una persona muy querida.
Hace 10 años murió una parte de mí.
Todo este tiempo estuve buscando distintas formas de recomponerme, de rehabilitarme, de reflorecer.
Espero que este nuevo camino sea por fin mi renacimiento.