Cuando llegué a la ciudad de Recife y logré conectarme a internet traté de
contactarme con viejos conocidos que sabía que vivían aquí.
Quien más me interesaba y que me respondió enseguida era César, un tipo que trabajó hace años en la misma ONG que yo, (él desde Rio y yo desde Montevideo) y que siempre quise mucho.
Quien más me interesaba y que me respondió enseguida era César, un tipo que trabajó hace años en la misma ONG que yo, (él desde Rio y yo desde Montevideo) y que siempre quise mucho.
Sabía que se había mudado a Pernambuco desde que salió de la ONG,
y había pasado una vez por Uruguay con su familia y nos habíamos desencontrado.
Esta era la revancha.
Combinamos un domingo para vernos el lunes. El martes él
viajaba para Portugal, así que era el único día posible.
Marcamos un punto de
encuentro medianamente cerca de mi alojamiento y me pasó a buscar por ahí con
su auto.
Apenas subí me dio un disco con música local, y un libro en el que él
junto a un grupo de estudio publicaron el resultado de una investigación sobre
los jóvenes y sus costumbres en el Semiárido brasileño, zona que se suele
denominar Sertão. Genial.
Y el paseo fue muy entretenido, me iba haciendo de guía,
mostrándome los distintos barrios o localidades hasta llegar al centro de
Olinda, la ciudad dormitorio más importante de Recife, famosa por su carnaval y
sus construcciones coloniales.
Bajamos para tomar un café en la plaza, como habíamos
quedado, pero antes caminamos por algunas callecitas, vimos un coro de niños en
la escalinata de una iglesia cantando villancicos con gorritos de papá noel
acompañados por percusión típica de Forró (ritmo típicamente nordestino), y
también vimos/escuchamos una parte de una presentación de canto lírico dentro
de otra iglesia, ubicada en un punto estratégico desde donde se tiene una vista
panorámica del resto de Olinda y casi todo Recife.
Olinda me pareció muy bonita, con las fachadas de las casas
antiguas muy bien cuidadas, pintadas de colores pastel y rodeada de calles de
adoquines.
Está llena de barcitos y de ateliers, y también de subidas
empinadas, lo que me remontó por un momento a Santa Teresa, en Rio de Janeiro.
Espero poder volver un día de estos, de pronto un fin de
semana, que hay más movimiento y grupos ensayando en la calle ya que aquí se
dice que estamos en el pre-carnaval.
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