Mientras estábamos en Salvador, cada vez que alguien tenía
una consulta para hacer sobre dónde o cómo hacer dedo, Jean ofrecía llamar a un
camionero que le había dejado su número de teléfono. Era quien lo había traido
a él desde Aracajú, y se ofrecía a llevarlo de vuelta a cualquier lugar que
estuviera en su ruta. Se llamaba algo así como Zedías.
Cuando decidí que salía de Salvador sí o sí, le pedí a Jean
que lo contactara. Mi socio decidió quedarse unos días más pensando en volver a
Arembepe para luego pasar Navidad con su familia en el interior de Bahia, y
solo después de eso empezaría un viaje más largo.
El camionero le dijo que no salía en esos días pero que le
hacía de contacto con un hermano, que estaba haciendo el trayecto
Salvador-Recife-Salvador. Luego de algunas idas y vueltas le pasó el teléfono
del otro, Junior, a quien se ve que no quería que lo incomodásemos mientras
manejaba.
Junior habló muy amablemente conmigo mientras le explicaba a
dónde iba. Según el mapa que yo había visto, la localidad donde yo quería parar
en el estado de Alagoas quedaba en su camino a Recife, pero él me decía que no
la conocía. De todos modos era dificil que saliera al día siguiente porque
tenía un problema con el camión, pero seguro salía el martes.
Me volví a comunicar para marcar un punto de encuentro y me
dijo que lo alcanzara en Camaçari, ya saliendo unos kilómetros de Salvador,
pues ahí le arreglaban el camión y estaría pronto en la mañana. El viaje hasta
ahí fue toda una odisea, pero llegué a tiempo, que era lo importante. Enseguida
que subí se presentó, me comentó cómo era su recorrido y me ofreció café y
galletitas.
El viaje fue muy entretenido. El hombre me fue contando
sobre las distintas caronas que había dado y eran todas muy divertidas, por lo
menos en su forma de contar. Me dijo que iba a parar lo mínimo posible para
poder dejarme ese mismo día en Colônia Leopoldina, lugar que -insistía- no
conocía, pero que sabía por mi que era cerca del límite de Alagoas con
Pernambuco, por la ruta que él iba.
Después del estado de Bahia atravesamos el estado de
Sergipe, y los paisajes competían a cuál más lindo: cerros con tierras de
diferentes colores, ríos, plantaciones diversas, pueblitos pintorescos.
Tal como prometió, solo paramos unos minutos para bajar a
comer y seguimos expreso. El problema radicaba en que las rutas de esa zona
estaban siendo arregladas y por más rápido que quisiera ir, Junior no podía
cumplir su promesa de dejarme antes de la noche ni cerca de donde yo bajaba.
Cuando cruzamos de Sergipe a Alagoas ya estaba oscureciendo, y él tenía que
parar sí o sí porque la empresa no lo dejaba manejar de noche, y mucho menos
por esas tierras famosas por sus ladrones.
Al final paramos en una ciudad cercana a Maceió llamada
Mesías, y ahí cenamos y Junior buscó un lugar para estacionar el camión y
descansar. Ahí volvió a averiguar por las dudas y efectivamente estábamos como
a 80 kms de Colônia Leopoldina y ni siquiera quedaba sobre la ruta, así que era
imposible que yo llegara hasta ahí esa noche.
A la mañana siguiente, antes de las 6 ya me estaba dejando
frente a la terminal de Novo Lino, desde donde yo podría tomar algún bondi o
auto para llegar a mi destino. Me pidió que le avisara cuando hubiese llegado y
se ofreció para llevarme a Recife o hacerme contacto con quien hiciera el mismo
trayecto cuando me fuera para allá.
Más tarde me enteré que en Colônia Leopoldina y alrededores,
hacía días que había caido la Red Tim (de la cual yo tengo mi celular pues es
de las que tiene más alcance en todo Brasil), por lo que no tenía forma de
avisar a nadie que había llegado. Curiosamente el único mensaje que me llegó en
el día fue de una llamada perdida que había recibido de tarde.
Verifiqué y era
el número de Junior.
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