miércoles, 18 de diciembre de 2013

Recife - La Residencia

Salí del monasterio el sábado a las 6 de la mañana, en un camión que llevaba gente de Catita a la feria, en Colônia Leopoldina. 
De ahí me tomé una van hasta la ciudad de Palmares, en Pernambuco, y de ahí, a las 8 salía un bondi para Recife. Paró en varios poblados y dio unas vueltas bárbaras por dentro de la ciudad, y llegó a la Rodoviaria como a las 10 y media de la mañana. 
A todo esto fue la primera vez en días que me logré comunicar telefónicamente con Roberto para que me pasara la dirección de una Residencia Universitaria en Recife. 
Me llegó a decir que me había pasado los contactos por internet y ahí se cortó la llamada, por algún misterio de la compañía telefónica que se quedó con mi crédito. 
Fui hasta un cyber y mientras revisaba mensajes me llegó un sms de alguien que me decía que me iba a buscar a la terminal. 
Con el último sms que tenía di mis coordenadas y al rato estaba Fabiano ahí, para llevarme a una Residencia. 
Me dijo que Roberto lo había llamado preocupado cuando se cortó mi llamada porque pensó que alguien me había robado el celular.

De ahí nos tomamos un Metro y un bondi para llegar a la Casa de Estudiantes Femenina de Recife. 
Fabiano me contó que estaban construyendo una Residencia Mixta dentro del Campus Universitario, pero mientras tanto vivían mujeres por un lado y hombres por otro. Pero -me decía él- como hacen falta más viviendas para estudiantes seguramente estas dos sigan funcionando así, además de la nueva.

En esta Casa viven unas 80 estudiantes y tienen además un cuarto de huéspedes con 7 cuchetas, que, si no están ocupadas, sirven de estantes. 
Tiene un patio interno y un patio externo que incluye una cancha de básquet y fútbol techada -que parece no ser muy usada pa esos fines- todo cerrado con muro y cerca eléctrica y dos puestos de vigilancia. 
Estuve hablando con Gal, una muchacha muy tranquila que también está en el Hospicio porque aún no tiene cuarto asignado y me contó que llegó desde el interior hace más de dos meses y solo ha salido para ir a la universidad, si es posible en el ómnibus que pasa por la puerta en ciertos horarios y la deja frente a su local de estudios. Caminando, dice, le lleva diez minutos llegar, pero prefiere no correr riesgos. 
Definitivamente, según la gente de la casa, el barrio es peligroso. 
Por lo que yo he visto, realmente no parece. Lo que me hace dudar es pensar que si acaso pasara algo y alguien pidiera ayuda en la calle, desde adentro de los altos muros con cerca eléctrica... ¿saldría alguien a ayudar?
El barrio tampoco invita mucho a salir por su ubicación: está en la zona metropolitana de la ciudad, lo que llaman el "grande Recife", y para ir al centro, por ejemplo, hay que tomar dos ómnibuses. 
Un día salí con Mariah, otra muchacha muy buena onda de la casa, que ya está hace varios años en Recife, y tomamos tres bondis para llegar a una reunión de amigos que tenía, nos habremos quedado media hora, nos tomamos otro bondi para el centro para otra reunión con amigos (acá también el mes de diciembre se llena de reuniones de fin de año), habremos estado una hora, y nos volvimos en el quinto bondi de la noche, que llevó como 40 minutos porque había poco tránsito... realmente las cosas quedan a trasmano aquí.

Acá en la casa hay varias cosas que me llamaron la atención: ciertas reglas estrictas como por ejemplo que si alguien deja sus cosas sucias en la cocina, pasada la medianoche las encargadas de la comisión cocina tiran dichas cosas a la basura (es buena!), que en los cuartos la luz se apaga a determinada hora y la que llega después se las arregla a oscuras, que para que una "novata" acceda a un lugar libre que dejó alguien en un cuarto debe ser aceptada unánimemente por las otras cuatro... y otros detalles como que solo hay dos fumadoras, que por supuesto fuman afuera, y que un día a la semana hay un culto evangélico en la cancha de básquet para quienes quieran asistir... que la mitad de las muchachas usan casi todo el día (y de noche) una gorrita de lycra para hacerse "la toca"... que la mayoría de ellas va de jeans (largos y apretados) a la facultad aunque se quejen del calor...

En fin, hay cosas que creo tienen más que ver con la idiosincrasia del interior de Pernambuco, de donde son, que con la Residencia en sí, solo que han traído esas costumbres para su nuevo hogar.





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