viernes, 8 de agosto de 2014

Sí se puede

Misahuallí está rodeado por dos Ríos: el Misahuallí y el Napo que a su vez tiene varios afluentes.
Se ven varias lanchas de techo liviano (que acá llaman canoas) pasando y llevando gente en diferentes direcciones.
Más allá de los ríos está lo desconocido: la selva.

Pero una pequeña partecita, ubicada cerca de un pueblito en el centro-este de Ecuador, ya no nos es desconocida: pasando por fuera de una agencia de tours un vendedor nos convenció de entrar a ver las diferentes posibilidades de excursiones y luego de idas y vueltas y de un lengue-lengue importante del hombre, señamos una caminata guiada para el día siguiente, que compartiriamos con tres españolas y que no le entendimos si se calculaba de 3 o de 5 horas.
La cuestión es que llevó cerca de 8.

Quienes nos conocen saben que somos bastante sedentarias, y que, si bien nos gusta caminar y conocer fauna y flora nueva, 8 horas es mucho para cualquiera. Ahora: si encima se suma que el trayecto estaba compuesto mayoritariamente por subidas y bajadas empinadas y con barro, y pasos con real peligro de caer por barrancos, puede entenderse que no se lo recomendemos a nadie a menos que tenga un muy buen estado físico.

Más allá de eso, hablando "con el diario del lunes", fue una experiencia muy interesante.
Las tres señoras con que íbamos eran muy buena onda, el guía sabía de lo que hablaba y nos mostró las especies que pudo (considerando que este es un camino trillado y los bichos tratan de evitar a la gente) y nos contó algunas historias relativas a los árboles y hasta nos hizo probar unas hormigas que tenían gusto a limón.

Ahora sabemos que recordaremos esa odisea por mucho tiempo, aunque por el momento sea a través del dolor que sentimos en espalda y muslos cada vez que subimos el cordón de la vereda.

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