domingo, 10 de agosto de 2014

Misahuallí

Puerto Misahuallí queda en Napo, en lo que cualquier ecuatoriano medio llamaría "el oriente" y cualquier empresa de turismo llamaría "selva amazónica". Estoy escribiendo esto después de varios días de no poder hacerlo por falta de un dispositivo adecuado. Pensaba comenzar por el principio, desde la llegada al aeropuerto de Quito, pero eso quedará para otro momento porque, por un lado, de eso tomé algún apuntecito, y por otro, no quiero olvidarme de escribir lo que está pasando ahora.
Estamos alojadas en un hostel que queda en frente a la plaza. Lo cual no es muy difícil ya que la mayoría de las cosas giran en torno a esta plaza. El pueblo gira en torno al turismo. Y el turismo en base a los monos (capuchinos) que reinan en el lugar.
Lo de reinar es prácticamente literal: a este pueblo suelen llegar muchos turistas solo para ver a los monos haciendo gracias en la plaza. Para eso les compran bananas y maní en algunos puestitos de lugareños y esperan a que los animales se acerquen y ahí se sacan fotos con ellos.
Cuando los turistas se van, se desmontan los puestitos y los monos parecen seguir queriendo llamar la atención: un día saquean un almacén, otro rompen los vidrios de un hotel, otro saltan sobre los autos hasta que se disparen las alarmas. Los pobladores están un poco cansados de ellos, pero también se saben sus súbditos para sobrevivir.

Dicen que Misahualli antiguamente era una playa con una sola casa. Que en los alrededores había casas de gente un poco esparcida, o aldeas indígenas (algunas aún existentes). Hualli significa algo así como "los troncos que trae el río", y a esta casa, en este lugar de cruce de ríos y playa, venían misioneros a evangelizar, dando la Misa una vez por semana. De esa mezcla viene el nombre.
Hoy la gente está suficientemente evangelizada, aunque por las dudas hay dos iglesias en cuatro o cinco cuadras que tiene el pueblo. Y el resto son posadas, restaurantes, agencias de tours guiados por distintas partes de la selva, tienditas de souvenires, y un poco más allá algunas casas, los resorts más exclusivos y la escuela pública y alguna institución municipal.
También hay un mariposario, donde se puede recibir una clase sobre la metamorfosis de estos bichitos y cómo criarles, y luego observarles en un precioso jardín cerrado con todo lo que puedan necesitar. Saliendo vemos en las paredes unos bastidores con enormes y variados insectos disecados. Le preguntamos al hombre de dónde son y responde que de la vuelta del pueblo o de la selva cercana. Pero ¿cómo los atrapa? Sencillo: los insectos los traen los monos. Y él se los cambia por algo que les guste, por ejemplo un huevito.

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