domingo, 5 de enero de 2014

Navidad en Navidad



El 25 de diciembre llegué a la ciudad de Natal.
Hacía un tiempo me había propuesto esta meta, como algo simbólico: pasar navidad en una ciudad que se llama "Navidad".
Pensé que habría grandes festejos, pero la mayoría de las cosas estaban cerradas, como en cualquier otro lugar que conozco.
Por las dudas averigüé, y sí, se llama Natal porque fue fundada un día de Navidad.
Hace más de 400 años.
De todas maneras mi guía turístico personal me llevó a recorrer algunos lugares importantes: Punta Negra (la playa más famosa y concurrida); la zona portuaria y la desembocadura del Río Potengí, que divide la ciudad en dos; el árbol de navidad, que desde hace unos años se arma en el mismo lugar y suele haber actividades gratuitas cerca, sobre todo en un anfiteatro; el Natal Shopping (por fuera, claro); y el Arena das Dunas, el nuevo estadio de la ciudad, reconstruido especialmente para la Copa 2014.
Al día siguiente recorrimos algunas cosas más: fuimos hasta un poblado cercano llamado Pirangí que es famoso por tener el cajueiro (árbol de cajú) más grande del mundo.
Si, es grande, ocupa una manzana.
Las ramas tocan tierra y de ahí nace otro gajo y toda esa mata se considera el mismo árbol.
Hasta armaron un mirador para que la gente vea el árbol desde arriba.
Por supuesto cobran para subir.
Y todas las cosas alrededor tienen formas de cajú o se llaman algo relativo.
En esa zona también hay playas muy bonitas y más abiertas que en Natal. Ideales para los surfistas y aledaños.
De noche fuimos a una Roda de Samba en una plaza.
Una roda de samba básicamente está compuesta por varios músicos, que tocan samba, cada uno con su instrumento, alrededor de unas mesas, mirándose entre sí. Sólo que hay un montón de gente alrededor cantando y bailando las canciones, y hay amplificación para quien no está cerca. En las mesas se ven las botellas de cerveza de los músicos que van quedando vacías a lo largo de la noche. Al terminar, o después de cada vuelta, pasan una gorra entre la gente para quien quiera colaborar.
El 27 me mudé para la casa de Sara, amiga de un amigo, con quien ya había combinado para ser hospedada.
En realidad no era una casa, sino un apartamentito con dos cuartos que compartía con dos personas más. Cuando me recibió me dijo que sus compañeros estaban, en ese momento, mirando un apartamento para mudarse lo antes posible, porque ya no aguantaban más el calor y la falta de ventilación de donde estaban. Cuando volvieron le hablaron maravillas del nuevo lugar y entre los tres empezaron a planificar la mudanza, que se fue dando en los días subsiguientes.

De hecho la mudanza principal, con flete contratado, fue realizada el 31 de diciembre. 
Como para empezar año nuevo en casa nueva, literalmente.

De noche armamos una cena muy barata (todo el mundo en la casa andaba complicado de dinero, y yo no soy la excepción), pero no faltaron los "drinks": capirinha, vodka con jugo de tangerina, y vino con leche condensada. 
A cuál más rico. 
A eso de 10 y media partimos con dos parejas para recibir el año nuevo frente a un escenario en la calle. Fue difícil conseguir bondi, porque todo el mundo estaba en la misma, pero al fin llegamos al "Ponto Sete". Primero asistimos a un recital de una doña que quedaba de fondo de las conversaciones, y que fue quien hizo la cuenta regresiva (luego de lo cual yo esperaba una cantidad de fuegos artificiales que no llegaron); después el show de uma muchacha com um poco más de onda, que cantaba covers con una bandota; y, pasadas las 2 de la mañana apareció Khrystal, una compositora que se hizo famosa en un programa de televisión (el cual no ganó), pero que ya cantaba en Natal hace muchos años.

Y me gustó muchísimo. 
Una mezcla de ritmos típicos nordestinos con rocanrol. 
Y una presencia súper fuerte y espontánea, con letras también bien interesantes.

Cuando terminó, hacía rato que era de día. 
Aquí hay una tradición que dice que se debe saltar siete olas el primer día del año para que sea próspero. Así que caminamos hasta la playa más cercana, ya deshechos de bailar y de la mudanza. Fue agradable meterse a saltar y después reposar en la arena, y me arrepentí mucho de no tener biquini. 

El 1o. lo pasamos casi todo el día durmiendo, y solo fuimos de noche hasta la casa de uno de los muchachos a ver una película. Era una comedia brasilera, llamada "Mi madre es una pieza", y a pesar de que algunas cosas me las perdía me resultó muy divertida.

Pensaba arrancar el 2 para Fortaleza (o hacer el intento) pero no me dio el cuerpo. 
Me desperté, si, tempranísimo porque acá la luz despierta a un muerto, pero tenía aún un cansancio acumulado que me hizo recapacitar y ver que no tenía apuro para irme.

Pregunté cómo era el asunto de cantar en los bondis acá y me dijeron que no hay costumbre, pero que sí suben vendedores y personas a pedir, así que no tendría por qué haber problemas. 
Salí un ratito de tarde a probar suerte, compartiendo un par de canciones uruguayas con el público rodante.
En 3 bondis no me dejaron subir, y en 4 sí.
En los que sí, la respuesta fue buena, la gente en general prestando atención y haciendo algún comentario positivo después. 

A la vuelta, con lo ganado pasé por un super para llevar algunas cosas para la casa. 
La barra agradecida, aunque siguen insistiendo en que no pague nada ni haga nada porque "soy visita".








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