miércoles, 29 de enero de 2014

El primer regreso.

Y me cansé.

Hace cinco meses que ando por Brasil y me cansé.

A veces es el cuerpo el que da señales, ya no quiere aguantar más la caminata bajo sol o bajo lluvia con más de 10 kilos en la espalda flaca, y la memoria de las voces de los amigos diciendo " es peligroso, es muy peligroso".
Y ahí aparece de pronto un problema intestinal sin explicación aparente, un sangradito fuera de fecha, una migraña inmovilizadora.

A veces es la cabeza, que se cansa de pensar en otro idioma, o de tener que planificar cosas para salir de donde se está para no quedarse invadiendo un espacio de otro, que gentilmente lo cedió para dormir, pero no para quedarse tirada leyendo o mirando una película todo el día.

A veces son los sueños. Pesadillas perturbadoras que me hacen levantarme para procurar un lugar con internet para comprobar que la familia esté bien, que los amigos siguen publicando las mismas cosas, que todo está mas o menos igual.

A veces, entre líneas, leo sobre el deseo de que vuelva.
Y a mi me gustaría traer a esas personas queridas hasta el lugar donde estoy yo, que vean lo que estoy viendo, que saquen la foto con sus propios ojos.
Reirnos juntos de las cosas que me hacen reír sola por las calles.

Hasta ahora no le había hecho caso.
Pero empecé a sentir una especie de picazón de esas que se dan en lugares inrascables.
Y decidí volverme.

No para quedarme para siempre: ahora estoy segura que ese "para siempre" no existe.

No para hacer lo mismo que hacía antes de haber salido y llorar por los rincones por no tener plata o tiempo.
El no tener plata ya no es una excusa, después de haber comprobado por mí misma que lo que realmente preciso para moverme hasta donde se me antoje, es coraje y paciencia.
El no tener tiempo es una elección. Si no tengo tiempo para mí misma no vale la pena vivir.

Volví, para tomar un respiro y seguir andando.

(Clic para ver la ruta aproximada)

No hay comentarios:

Publicar un comentario