martes, 27 de agosto de 2013

Misiones posibles


De los 6 días que estuve en Posadas (Misiones), 5 llovieron sin parar. El sexto, de tarde, paró "porque iba a helar" según me dijeron. Nunca imaginé la selva misionera con heladas. Ahora me consta que las "olas polares" también llegan hasta allí.

La única salida que hice a los alrededores de Posadas (unos 60 km) fue a San Ignacio, poblado al borde del cual se ubica la Casa de Horacio Quiroga, y también las ruinas de las Misiones Jesuíticas de San Ignacio Miní.

A la casa de Quiroga no se podía pasar. El terreno estaba tan anegado que solo podía llegarse a la entrada del predio con una 4x4, para luego hacer el sendero de cientos de metros que lleva a la casa, a pie. Con lluvia torrencial, y en auto, se frustraron mis expectativas.

Las ruinas de las construcciones jesuíticas estaban un poco más aptas: compramos en la entrada unos pilots de nylon como para ponernos sobre todo el abrigo y tomamos coraje. Ligamos una visita guiada con bastante contenido histórico y notoria defensa del pueblo guaraní, pero por la lluvia (y tal vez por algunas preguntas extremadamente boludas de un docente como "¿y los guaraníes no necesitan a los jesuitas hoy?") fue un poco más corta que de costumbre. La verdad, la entrada bastante cara para lo que pudimos ver (60 pesos argentinos para mí como latinoamericana).

Hoy salió por fin un tímido sol y viajé unos 400 km para llegar a Foz, desde donde ansío poder recorrer en breve el predio de las Cataratas del Iguazú. Espero no encontrarlas congeladas.

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